"Les Arènes": una mirada tras bambalinas del negocio del fútbol

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"Les Arènes": una mirada tras bambalinas del negocio del fútbol

"Les Arènes": una mirada tras bambalinas del negocio del fútbol

En "Les Experts Cinéma" de esta semana, Thierry Fiorile y Matteu Maestracci analizan "Les Arènes" de Camille Perton y "L'effacement" de Karim Moussaoui.

Tiempo de lectura: 3 min
Iliès Kadri y Sofian Khammes en "Les Arènes" de Camille Perton. (SARAH LE GUEVEL/ THE BALL FILMS)

En Les Arènes nos adentramos en los entresijos del mundo del fútbol, ​​especialmente entre los agentes de los jugadores. La presa, o la pepita de oro, de este entorno duro, cruel pero también muy masculino, es el joven Brahim, interpretado por Iliès Kadri, un joven y talentoso futbolista, todavía en formación en el Lyon.

Aún menor de edad, pero ya demostrando mucho en la posición de delantero centro, promesas que despiertan una codicia que su primo y agente entrenado en el puesto, Mehdi (Sofiane Khammes), intenta al mismo tiempo alimentar y calmar. Quiere que su pequeño protegido se concentre en lo que sabe hacer y hace bien: jugar al fútbol. Pero tarda en conseguirle un traslado, y el misterioso Francis, un agente influyente y sin escrúpulos, está al acecho cerca.

Al igual que en la película Mercato, de Tristan Séguéla, de hace unas semanas, lo que interesa a Camille Perton no es tanto el deporte en sí –hay pocas imágenes de fútbol o de aficionados para hincar el diente– sino este mundo de intermediarios y negociadores. Se manejan sumas vertiginosas de dinero en barcos en la Riviera, en hoteles y restaurantes de lujo, donde la seducción y el don de la palabra son a menudo armas decisivas.

Si bien Les Arènes puede adolecer de algo un poco dócil y soso, que tiende a neutralizar sus implicaciones o su emoción, la película es más bien contenida y bien actuada, con suspenso. Camille Perton se atreve a utilizar una temática y una estética queer, en la persona del formidable agente Francis, alias Edgar Ramírez, nunca muy lejos de lo grotesco, pero que sin embargo funciona bien.

Ocho años después de la película Esperando a las golondrinas, que ya hablaba de la asfixia de la sociedad argelina, pero con un toque de esperanza en su intimidad, La Erasure habla claramente del aplastamiento de una juventud, que el régimen sofocó después del Hirak , un movimiento espontáneo que sacudió el poder en 2019. Si la película niega tener un mensaje político, es sin embargo política. Reda, el joven hijo de un notable (su padre es un alto ejecutivo de la industria del petróleo y el gas), nunca dice lo que piensa ni a qué aspira: su patriarca lo hace por él. Cuando su hermano mayor, en una revuelta, huye de su familia y del país y su padre, perseguido por sus enemigos, muere repentinamente, Reda queda abandonado a su suerte. La violencia será su único modo de expresión.

Karim Moussaoui utiliza la fantasía para ilustrar la deriva de su personaje. Formalmente, la película confirma el talento de este cineasta que no pudo filmar en Argelia. A priori no por razones políticas, pero se tiene la sensación de andar con pies de plomo, en el actual contexto de endurecimiento del régimen y de tensiones extremas entre París y Argel.

Francetvinfo

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